La Ardilla Azul nació de una charla nocturna, de esas en las que se te cierran los ojos pero seguís hablando. La charla iba muriendo y el sueño se iba apoderando de la situación. Todo indicaba que el día ya había terminado cuando de repente, en el medio de la oscuridad y el silencio, a alguien se le escaparon las siguientes palabras:
- "la ardilla azul"-.
La frase ridícula y descontextualizada hizo que estalláramos en risas y volviéramos a despertarnos.
Desde aquel momento así es como llamo yo a ese momento de arrebato inconsciente. El momento "ardilla azul" en donde por un instante la incoherencia y el sinsentido se hacen presentes y le ganan a lo racional, a la conciencia, a las ataduras mentales que conlleva el estar despierto. Por un instante, la barrera mental que nos permite filtrar el contenido y la información que contienen nuestras mentes se rompe y algo de ahí se escapa sin que podamos ser capaces siquiera de hacer algo. Y lo que se escapa puede ser cuaquier cosa. Son infinitas las posibilidades y son imposibles de controlar.
Durante febrero hice un taller de mural y lo primero que tuve que preparar es un boceto de lo que quería pintar. Se me ocurrió dibujarla a ella, a La Ardilla Azul, corriendo bellotas por la ciudad con cara de desquiciada. Se escapó una noche de una mente cansada y distraída y ahora está materializada en la esquina de la calles Rojas y Galicia, en el barrio de Villa Crespo. El barrio donde vivo hace 10 años.
Si quieren pasen a visitarla cuando quieran, sino acá les dejo las fotos.
Y si tienen un momento "ardilla azul" sientanse libres de compartirlo y nos cagamos de risa todos juntos.
Terminando la última jornada de pintada
La ardilla y las bellotas sin piernas ni manitos...
Feliz con mi nueva amiga
Bonita(s)
ResponderEliminar